lunes, 30 de enero de 2012

Apoyando la convivencia desde el departamento de orientación

Este año es el 5º curso en mi instituto "Río Gállego" y, desde que llegué he estado directamente vinculado con el tema de la convivencia. Al principio fue de forma casual: el director me propuso continuar con el trabajo que había realizado la anterior orientadora: Isabel Tolosana, invitándome a realizar los trámites para solicitar, ese mismo año, un proyecto de formación en centros para la mejora de la convivencia.

La verdad es que no me lo pensé mucho. Dentro de la visión estratégica que debemos tener los orientadores, vi una buena manera de integrarme mejor en el centro y de estrechar la relación con los compañeros. Así es que acepté.

Ese primer año se formó un grupo de 9 profesores que dedicamos un total de 50 horas a reuniones y formación para elaborar el Plan de convivencia del centro. La verdad es que ese curso fue una auténtica paliza ya que las reuniones eran por la tarde.

El segundo año dedicamos menos horas (20), pero se incrementó el número de profesores: 17 en total. Los objetivos que se plantearon consistían en apoyar la nueva Comisión de Convivencia, apoyar también el Aula de Convivencia y plantear iniciativas de mejora de la convivencia en el centro.

El tercer curso (09-10) se planteó con un formato similar al anterior. Se dedicaron 30 horas a la formación y participaron 15 profesores. Se realizó también el primer curso de formación de alumnos/as mediadores/as.

El cuarto curso (10-11) hubo que incrementar notablemente el número de los profesores inscritos para acogernos a las nuevas condiciones de solicitud de los proyectos de formación. En total participamos ese año 20 profesores, realizando 20 horas de formación. Este curso salió la segunda promoción de alumnos mediadores y la primera de alumnos colaboradores.

El trabajo realizado todos estos años se ha ido sedimentando poco a poco y los avances en la convivencia han sido significativos. Lo más importante es que este curso 11-12 decidimos constituirnos en seminario de convivencia y realizar una gestión integrada de la convivencia más pegada al día a día.

No quiero explayarme en la explicación de todas las actuaciones de convivencia realizadas en el centro a lo largo de estos años, ya que para eso están las memorias. Resumiendo diré que los  programas que se han ido instituyendo y siguen funcionando son: la tutoría de acompañamiento, la mediación entre iguales y los alumnos colaboradores.

Mi rol durante todos estos años ha sido el de impulsar y coordinar las distintas actuaciones de formación y mantener el empuje de los programas que se han puesto en marcha.

Después del rodaje inicial, en la actualidad ya no me interesa que participe mucha gente en el seminario sino invitar a aquellos/as profesores/as más concienciados con el tema y con los que tenga más "feeling". De hecho, este año he preferido que sea coordinadora del seminario una profesora también muy implicada en estas temáticas y creo que ha sido un acierto.

He aprendido mucho con todo este proceso y, como sabéis, esta tarea siempre es susceptible de mejora, pero si algo me queda claro es la necesidad de aceptar los retos, asumir el liderazgo y mantener el pulso y la intensidad del trabajo a lo largo de varios años. Os aseguro que de esta forma, se acaban obteniendo resultados.

Un saludo, compañeros y compañeras.

José Luis Pueyo

viernes, 13 de enero de 2012

Bones

Algunas tardes suelo ver en la tele la serie "Bones". Casi nunca termino los episodios pero, en ocasiones, la trama y el argumento me llegan a cautivar. Entonces visualizo completo el capítulo.

Son muchas cosas las que me llaman la atención en esta serie: los protagonistas parecen todos modelos, son superlistos, analizan las pruebas hasta en su más mínimo detalle... y se entrevistan en muchas ocasiones con los padres de hijos díscolos o descarriados.

Y aquí es donde viene la similitud, el parecido, que quiero traer a colación, de la serie con nuestro trabajo. Sobretodo en el apartado de entrevistas que es el que me parece más sabrosón y el que, a mi entender, tiene más paralelismos con nuestra profesión de orientadores.

Porque suele ocurrir en muchas ocasiones, que, hasta que se desenmascara la cruda realidad de los hechos, muchos individuos y parejas insisten en mantener ante los investigadores una versión de los hechos equívoca e increíble a todas luces.

Afortunadamente la perspicacia de Booth y de la doctora Brennan y la acumulación de pruebas y evidencias contribuyen a desenmarcarar, en un plisplás las fantasiosas y cambiantes declaraciones de los hijos o de sus progenitores.

¿No os ha ocurrido en más de una ocasión que en alguna entrevista con padres o con alumnos captáis claramente que lo que allí se está diciendo no se corresponde en absoluto con la realidad? ¿No hemos intuído todos y todas en innumerables ocasiones que ciertas versiones que se manifiestan sobre tal o cual hecho están claramente sesgadas cuando no manifiestamente maquilladas?

Es en esos momentos de confusión y de enmarañados argumentos cuando me gustaría poseer la inteligencia, los medios y los recursos con los que cuentan nuestros protagonistas del Forensic antropology at Smithsonian.

A buen seguro que, de contar con ese apoyo, en lugar de perdernos en rodeos innecesarios, una parte importante de nuestro tiempo de trabajo quedaría liberada y podría dedicarse a enfrentar con más eficacia los retos diarios con los que nos tenemos que enfrentar.

domingo, 1 de enero de 2012

Las alegrías de la orientación

A pesar de que nosotros mismos insistimos en la importancia de ser positivos, soy consciente, que, a la hora de plasmar nuestras experiencias personales y profesionales como orientadores, siempre aparece cierto sesgo de "problematicidad" en los casos que presentamos.

Es algo casi inevitable: quizás evolutivamente nuestro cerebro se ha decantado más hacia la detección de problemas que a la atención a los aciertos. Como una parte importante de nuestra tarea la dedicamos a intentar solucionar contenciosos y cerrar conflictos pues, es lógico que hablemos habitualmente de los mismos y que nos ocupen mucho tiempo. Sin embargo, en el desempeño de nuestra profesión también tienen cabida muchas alegrías y momentos "con encanto" que nos hacen renovar la ilusión por este trabajo tan intenso y gratificante.

Cómo no recordar en nuestra ya dilatada trayectoria aquel chico que, en parte, gracias a nuestros consejos y trabajo continuado poco a poco fue cambiando su conducta y mejorando su comportamiento. O aquellos otros casos en los que después de un intenso trabajo durante varios cursos, por fin se consiguieron reencauzar. Por no hablar de los cientos y cientos de alumnos y alumnas que han recibido nuestros consejos y recomendaciones y que, seguro, seguro, en un porcentaje que nunca podremos conocer con precisión, se beneficiaron de los mismos y los integraron en su renovado enfoque vital.

Y qué decir de nuestra tarea con el resto de miembros de la comunidad educativa: padres, profesores y resto de personal de los centros. No cabe duda que para ellos somos una referencia importante. Nuestra atención hacia ellos y las relaciones que establecemos son, igualmente, una fuente de alegría y gratificación cuando logramos construir una relación sincera y constructiva. 

Lo cierto es que, cuanto más me implico en mi trabajo y más me creo lo que hago, más satisfacciones me reporta mi profesión. Sí, es verdad, las dificultades son muchas y los desafíos enormes. Y salir indemne de todas las situaciones complicadas que se nos presentan a lo largo del curso, constituye, efectivamente, un gran logro. Pero reitero: a mayor reto, mayor satisfacción cuando el reto queda superado.

Y hoy, que tanto se habla (en la universidad y en otros foros) de constructos, modelos y paradigmas teóricos sobre educación y sobre orientación, es más necesario que nunca volver a la esencia de nuestra tarea: la escucha empática, la honestidad, la humildad, la sinceridad, el diálogo sereno y tranquilo... Transmitir optimismo, despertar ilusiones, construir personalidades sanas, liderar proyectos de cambio y mejora... Contribuir, en una palabra, a regenerar nuestro mundo y nuestra sociedad.